Hasta llegar al dia de hoy, (el dia después de reservar un
billete de avión) han sucedido muchas cosas. He pasado largas noches y largos fines
de semana buscando un lugar, buscando un proyecto, buscando
Había que buscar un proyecto. Pero no me iba a valer cualquiera.
Quería sentirme útil. Quería ayudar. Quería servir para algo. Quería tener una
función, un objetivo, una Motivación. Porque para eso se hacen este tipo de
viajes. Para dar un poco de ti, a los que más lo necesitan.
Pasé horas y horas, días y días, semanas y semanas y meses y más
meses… (de verdad que no exagero) buscando proyectos. Mandaba unos 10 emails al
día. Me empapé de todas las ONG existentes en el mundo. Y ahí fue cuando me di
cuenta de que hay dos tipos de voluntariados: el voluntario solidario y el
voluntariado de verdad.
El primero es muy sencillo y fácil de realizar. Contactas con
cualquier ONG (conocidas por todos). Pagas un buen dinero (en algunos casos
rondaban los 2000 euros). Ellos te organizarán absolutamente todo. Visitarás el
país durante un mes aproximadamente, y harás alguna labor social entre
excursión y excursión. Muy bien. Vacaciones solidarias podría llamarse.
El otro, es el voluntariado de verdad. El que te cuesta, no
dinero, sino tiempo, dedicación y esfuerzo. El que más se disfruta, con el que más
se aprende, con el que te dedicas a ayudar, con el que te sientes útil, con el
que vives una realidad y con el que durante un tiempo, eres uno más de ellos.
No hay diferencias. No existe el tú no tienes y yo si tengo. Allí nadie tiene,
porque los que han tenido, lo han dado.
Este es el que yo buscaba así que me puse a ello. Busqué
organizaciones locales, pequeñitas, que apenas tienen páginas webs, que no
reciben subvenciones, que no tienen grandes infraestructuras pero que se han creado con una única misión: ayudar.
Quise ser sincera conmigo misma. Analice mis aptitudes, mis
cualidades, mi formación, mi experiencia… y aún estaba más perdida. Como podía
ayudar una chica que había estudiado periodismo y ahora era directora de
hotel??
Pues resulta que podía. Si. En el otro lado del mundo había una
ONG que me estaba esperando. One Two Tree…en Nicaragua.
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